¿Qué procesos cerebrales interviene para que podamos recordar?
La memoria es la capacidad mental que nos permite almacenar información y recuperarla. Consiste en una serie de sistemas interconectados dedicados al almacenamiento con la intención de recuperar lo almacenada en un momento u otro.
En el cerebro no hay un lugar único dedicado al almacenamiento de la memoria, sino que está localizada en diferentes regiones especializadas:
- Cortex Temporal: Almacena en algunas regiones los recuerdos de nuestra infancia.
- Córtez Parieto-Temporal: Almacena el significado de las palabras que vamos aprendiendo.
- Lóbulos Frontales: Organizan la percepción y el pensamiento.
- Cerebelo: Almacena los automatismos necesarios en nuestro día a día.
Para que recordemos algo, es necesario que nuestro cerebro realice conexiones sinápticas entre neuronas de manera repetitiva, creando así redes neuronales que se activan ante acontecimientos vividos con anterioridad. Es por ello que para que la memoria se active, es necesario que haya ocurrido un aprendizaje, lo que ha llevado a ambos términos a aparecer relacionados en la gran mayoría de estudios que se realizan sobre el tema.
Hay varias clasificaciones posibles de la memoria, en función de diferentes criterios. La clasificación principal de los tipos de memoria suele hacerse en función de la duración de los hechos recordados, mediante la cual distinguimos entre:
- Memoria inmediata: Consiste en la capacidad de recordar una experiencia durante algunos segundos. Por ejemplo, recordar durante un instante un número de teléfono que nos han dicho, hasta marcarlo.
- Memoria a corto plazo: Es la memoria de cosas que acabamos de realizar o de aprender y, como su nombre indica, es de corta duración. Se da como consecuencia de la simple excitación de la sinapsis para reforzarla o sensibilizarla de manera transitoria. Un ejemplo de memoria a corto plazo sería recordar la comida que hemos realizado a medio día.
- Memoria a largo plazo: Permanece en nosotros durante largos periodos de tiempo, desde semanas, hasta meses e incluso toda nuestra vida. Se da como consecuencia del refuerzo permanente de la sinapsis neuronal por la síntesis de algunas proteínas. Un ejemplo de memoria a largo plazo sería recordar las vacaciones del año anterior.
El Hipocampo es la zona de la Corteza Cerebral encargada de transferir la información entre la memoria a corto plazo y la memoria a largo plazo y así consolidarla.
En función de cuáles son los hechos recordados, también podemos distinguir entre varios tipos de memoria:
- Memoria implícita o de procedimiento: Es la encargada de recordar sensaciones o habilidades de un modo inconsciente. Por ejemplo, un perfume, cómo atarse los cordones de los zapatos o todo procedimiento que se automatice y no sea necesario ejecutar de forma consciente.
- Memoria explícita o declarativa: Es la que nos permite recordar mediante un esfuerzo consciente, cosas, hechos, lugares, personas… En función de qué es lo que queremos recordar, la memoria explícita puede dividirse en :
- Memoria episódica: Recuerda las experiencias personales, los acontecimientos y las situaciones que hemos vivido.
- Memoria semántica: Es la que nos hace recordar los conocimientos adquiridos.
Podemos recordar mediante nuestros diferentes sentidos. Es lo que se conoce como memoria sensorial. Aunque tiene una gran capacidad de procesamiento de datos, es muy breve, tan sólo dura unos segundos y en función del sentido a través del cual percibamos da lugar a la memoria visual, auditiva, sensorial, olfativa (la más poderosa) o gustativa. Cada sentido cuenta con su propio almacén para registrar estímulo y consolidarlos en memoria a corto plazo si fuera necesario. De entre los diferentes tipos de memoria sensorial, la memoria olfativa es la más eficaz. Pese a que las neuronas olfatorias sólo sobreviven 60 días y después son reemplazadas por células nuevas, la memoria olfativa sobrevive porque los axones de las neuronas nuevas que reemplazan a las que mueren, expresan el mismo receptor y siempre van al mismo lugar. Como ocurre con el resto de las memorias sensoriales, la información acerca de los olores en este caso, llegan desde el bulbo olfatorio hasta la corteza olfatoria, donde se procesa y se vincula a un comportamiento determinado.
Un cerebro adulto medio tiene unos 100.000 millones de neuronas y unos 100 billones de interconexiones sinápticas entre ellas. Aunque no es posible estimar la capacidad real de la memoria humana, se calcula que somos capaces de almacenar entre 1 y 10 terabytes. Con la edad, la memoria a corto plazo se va debilitando, pero no es una consecuencia directa del paso del tiempo, sino de la reducción del número de conexiones interneuronales, que se atrofian por la falta de uso. Por tanto, debemos dedicar un tiempo cada día a ejercitar nuestra memoria, porque está en nuestras manos aprovechar todo su potencial.
“Gracias a la memoria se da en los hombres lo que se llama experiencia” Aristóteles, Filósofo griego.
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Muy interesantes, es un tema que hace poco tiempo estoy leyendo más a fondo, me fascina,gracias por exponerlo.
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