miércoles, 25 de enero de 2012

Estrés y Cerebro

¿Qué es el estrés y cómo nos afecta a nivel cerebral?

Cada una de las emociones que experimentamos tiene como función producir una respuesta en nuestro organismo que nos lleve al equilibrio. El estrés es una reacción automática que se produce en nuestro organismo como mecanismo de defensa ante las situaciones que percibimos como una amenaza para nosotros. Se trata del nivel de tensión necesaria que nos mantiene atentos y listos para hacer frente a los retos de la vida, ya que moviliza los recursos vitales de nuestro organismo, aunque puede llegar a desgastarlos si se produce en exceso.

En función de si el estrés es beneficioso o perjudicial para nuestro organismo, podemos distinguir dos tipos:

  • Estrés positivo o eustrés: Frente a una dificultad, activa todos nuestros sistemas para  realizar sus funciones de forma correcta y equilibrada, dando lugar a una vida saludable.  Gracias al eustrés, el cuerpo es capaz de enfrentarse a las situaciones estresantes e incluso obtener sensaciones placenteras con ello. 
  • Estrés negativo o distrés: Afecta de manera negativa a nuestros órganos internos, llegando a producir desgaste e incluso enfermedades. Se trata del estrés que ocasiona un exceso de esfuerzo y que va acompañado siempre de un desorden fisiológico. El envejecimiento prematuro es uno de sus efectos secundarios. Un exceso de estrés positivo también puede causar distrés, como ocurre en el caso de la victoria de nuestro equipo o cuando realizamos apuestas en juegos de azar. 

La percepción de una situación estresante se da a través de los órganos sensoriales, que por medio del tálamo conectan con la memoria emocional. Al reconocerse una situación como peligrosa, se activa el sistema nervioso simpático, que libera las catecolaminas u hormonas del estrés,  adrenalina y noradrenalina, además de cortisol. Estas hormonas preparan al organismo para la actividad física necesaria para combatir la posible amenaza. Al mismo tiempo, el sistema nervioso simpático ejerce efectos sobre algunas funciones fisiológicas, como el aumento del ritmo cardíaco y respiratorio, aumento de glucosa en sangre o aumento de la tensión muscular. Desde el tálamo, también parten conexiones a la corteza cerebral
y el neocortex, encargados de procesar la información para producir una reacción en consecuencia. Debido a que en primer lugar se activan los centros de las emociones primarias, el mecanismo inicial de estrés es de percepción-reacción, hasta que pasados los primeros momentos, se racionaliza una respuesta.

Algunas veces este mecanismo de control falla. Pese a ser una respuesta natural y adaptativa, debe asegurar la supervivencia ante una amenaza a corto plazo, pero si se mantienen indefinidamente niveles excesivamente elevados de estrés, la repetida estimulación del sistema simpático desgasta las reservas del organismo y produce enfermedades , problemas de salud o patologías como ansiedad, inmunodeficiencia, insomnio, depresión,  presión arterial alta crónica, ataques cardíacos …
El exceso de glucocorticoides causado por el estrés puede provocar irritabilidad, falta de concentración o incluso la supresión del sistema inmunológico, relacionado directamente con menor resistencia a las infecciones.

Los factores que desencadenan el estrés pueden deberse a la relación particular de cada individuo con su entorno, cuando éste es evaluado como amenazante de manera subjetiva. Más allá de las diferencias individuales, principalmente hay cuatro tipos de factores que nos provocan estrés:

  • Estrés sociológico: Se produce ante situaciones de crisis social, como recibir malas noticias, violencia, irritabilidad urbana…
  • Estrés laboral: Se produce ante condiciones laborales que ponen a prueba la resistencia física o psicológica e incluso la dignidad de las personas. Incluyen el síndrome de burnout y el mobbing entre otros.
  • Estrés fisico: Se produce por la agresión al organismo por causas físicas, como enfermedades.
  • Estrés emocional: Se produce por el impacto de las emociones cuando no pueden ser moduladas por la razón. 

A pesar de sus efectos negativos, como hemos dicho anteriormente, las dosis moderadas de estrés son necesarias para la planificación de nuestra vida e incluso hay estudios que avalan la eficacia del estrés en grado óptimo en ciertas actividades, como por ejemplo, la memoria.
Cuando estudiamos bajo presión, el cortisol y la adrenalina que se producen cuando estamos estresados, ​​causan cambios en las células de nuestro cerebro, aumentando su capacidad de aprendizaje y permitiendo a los recuerdos guardarse más eficazmente, debido a que gracias a nuestros mecanismos ancestrales, recordamos con más fuerza los malos recuerdos que los buenos para evitar situaciones similares en el futuro. 

Sin embargo, estos estudios afirman que, aunque un poco de estrés puede ser bueno para la formación de la memoria, si el estrés es excesivo es probable que tenga el efecto contrario, ya que cuando estamos muy estresados al cerebro no le es posible recoger toda la información nueva en buenas condiciones y comienza a reemplazar una información por otra, por tener espacio insuficiente en la memoria.


"El estrés nos anima a la acción, pero debemos asegurarnos de que sea la acción correcta."



Síguenos en twitter @sobremicerebro


Creado por: @CM_Cuellar @CM_Furio

No hay comentarios:

Publicar un comentario