viernes, 13 de julio de 2012

Disfunciones sexuales I: Trastornos del deseo sexual


¿Qué son las disfunciones sexuales y cuáles son las características de los trastornos del deseo sexual?


Una vez conocida la respuesta sexual psicofisiológica considerada como normal en los diferentes momentos durante una relación, podemos discernir todos aquellos comportamientos que difieren de ésa respuestasexual normal y que por tanto responden a alguna disfunción. Conocemos como trastorno o disfunción sexual las alteraciones que se producen en el desempeño o funcionamiento sexual normal de una persona en cualquiera de las fases que componen la actividad sexual, deseo o excitación, meseta, orgasmo y resolución, generando malestar y fracaso.

Para que una disfunción sexual sea considerada como tal a nivel de diagnóstico, además de no deberse a un problema orgánico, es necesario que se cumplan cuatro criterios:

  • La persona que la padece es incapaz de participar en la relación sexual tal como desearía.
  • La disfunción sexual se presenta frecuentemente, pero puede que no ocurra en algunas ocasiones.
  • La disfunción sexual debe estar presente al menos durante seis meses.
  • El disfunción sexual no se atribuye a ningún trastorno mental, del comportamiento, físico o a un tratamiento farmacológico.

Las diferentes disfunciones sexuales se clasifican en función de en qué fase de la actividad sexual se produzcan, diferenciándose entre trastornos del deseo o excitación sexual, trastornos durante el acto sexual (meseta), trastornos orgásmicos y trastornos sexuales por dolor. Hoy nos ocuparemos de los trastornos del deseo sexual.

El deseo o excitación sexual comienza en nuestro órgano sexual más importante, el cerebro, donde se producen los pensamientos, imágenes y sensaciones que activan o inhiben nuestro deseo sexual y nos predisponen a tener un encuentro sexual placentero. El deseo sexual en su funcionamiento normal está relacionado con dos centros cerebrales, el del placer y el del dolor y en función de la situación en la que nos encontremos aparece o desaparece. Entre los trastornos del deseo sexual encontramos principalmente dos tipos de disfunciones:

- Deseo sexual hipoactivo: Se entiende como deseo sexual hipoactivo la ausencia o deficiencia de fantasías sexuales y de interés por mantenerlas que se da de forma recurrente.

Los estudios acerca de las regiones del cerebro implicadas en esta disfunción de deseo sexual hipoactivo evidencian que, ante la visualización de estímulos considerados como eróticos, una región conocida como corteza órbitofrontal, se activa tanto en hombres como en mujeres con el deseo disminuido, pero permanece inactiva en las personas que no sufren este trastorno. Una de las funciones de la corteza mediana órbitofrontal, es mantener nuestras emociones bajo control, por lo que es posible que la causa de que algunas personas sufran de deseo sexual hipoactivo es que no puedan sentir deseos porque, a nivel fisiológico, sus propios cerebros mantienen sus emociones inhibidas.

Algunos estudios al respecto también avalan la llamada “hipótesis de las monoaminas” para explicar los trastornos del deseo sexual. Esta hipótesis consiste en que sustancias como la serotonina, la dopamina y la epinefrina (adrenalina) interactúan en los receptores nerviosos con las hormonas. Cuando un exceso de serotonina influye en los receptores de testosterona disminuyendo su transmisión y por tanto inhibiendo el deseo sexual, ya que la testosterona es la principal hormona implicada en el deseo sexual tanto en hombres como en mujeres.

- Trastorno hipersexual: Se define como una actividad sexual exagerada y fuera de control, que presenta el mismo comportamiento que cualquier adicción, es decir, interfiere en la vida diaria de la persona que lo padece a nivel personal, familiar o laboral, extendiéndose incluso al ámbito social en forma de conductas de riesgo para alcanzar sus objetivos.

La característica principal de esta disfunción sexual es la presencia de sentimientos persistentes de congestión genital y demás signos físicos de estimulación sexual ya esté o no presente un estímulo que los provoque. Ésa excitación sexual lleva a la persona que lo padece a una actividad sexual continua, ya sea por sí mismo o en pareja si se da el caso, buscando disminuir la sensación de congestión, aunque ésta no remite con el orgasmo.

En base a la “hipótesis de las monoaminas”, el trastorno hipersexual se explica porque cuando un exceso de dopamina influye en los receptores de testosterona, incrementa su transmisión favoreciendo el deseo sexual y a su vez provocando la deshinibición de la conducta hipersexual.

A menudo, las personas que padecen ambas disfunciones, tanto deseo sexual hipoactivo como trastorno hipersexual, son conscientes de que su conducta sexual no entra en los parámetros de conducta sexual normal o “adecuada”, pero achacan su trastorno a factores externos. Es importante que visitemos a un especialista en caso de creer que podemos sufrir uno de estos trastornos, ya que solucionarlos es posible, pero partiendo siempre de un diagnóstico adecuado.


“Cada cosa que yo hago y cada cosa que decido dejar de hacer está motivada por un deseo, pueda yo identificarlo o no”. Jorge Bucay





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