miércoles, 4 de enero de 2012

Cerebro e Impulsividad

¿Qué nos motiva a comportarnos de manera impulsiva? 



Cuando nacemos, carecemos de experiencias previas que nos hayan proporcionado algún aprendizaje, por lo que sólo podemos actuar de manera impulsiva, de acuerdo con las emociones que nos provoca lo que percibimos a través de nuestros sentidos. 

 Conforme crecemos, comienza a desarrollarse el cerebro, ampliando el número de neuronas y estableciendo las conexiones entre ellas, por lo que la impulsividad se va sustituyendo por la toma de decisiones de forma reflexiva. 


Sin embargo hay personas que continúan manifestando una conducta impulsiva durante la edad adulta, caracterizada por la búsqueda continua de excitación, preferencia por el riesgo, poca tolerancia al aburrimiento, toma rápida de decisiones, poca planificación y previsión, falta de perseverancia y cambios bruscos de conducta. 

Dentro de esta conducta impulsiva podemos distinguir dos tipos: 

  • La impulsividad funcional: Es la tendencia a actuar con poca planificación, pero en el momento que la persona siente que la situación es óptima. Casi todas las personas actúan con este tipo de impulsividad en algún momento de sus vidas. 
  • La impulsividad disfuncional: Es una manifestación des-adaptativa de la conducta impulsiva, que implica conductas inapropiadas para el contexto, poco planificadas y, frecuentemente, con consecuencias adversas. 

La falta de inhibición de la conducta es la característica más significativa de la impulsividad y es común a ambos tipos, con la diferencia de que en el caso de la impulsividad funcional se da sólo en los casos que lleva a la consecución de algún tipo de beneficio y en el caso de la impulsividad disfuncional, se da ante situaciones de cualquier tipo.
Es la impulsividad disfuncional la que se clasifica como una patología y se caracteriza por: 

  • La incapacidad de utilizar la información disponible para pensar en las consecuencias de sus actos. 
  • Incapacidad para posponer una recompensa inmediata pequeña a favor de una recompensa mayor más adelante. 
  • Déficit en suprimir una respuesta motora prepotente. 

Las regiones orbitales (COF) y ventromediales (CPFVM) del córtex prefrontal están implicadas tanto en la respuesta como en las elecciones impulsivas. Las personas con lesiones en estas regiones son más impulsivas y realizan siempre elecciones de riesgo, escogiendo las opciones que les producen grandes ganancias a corto plazo, aunque les supongan también pérdidas superiores a largo plazo. 

Esto ocurre porque la función de estas regiones, COF y CPFVM, es inhibir una respuesta prepotente y actualizar el valor de una respuesta en condiciones cambiantes, por lo que una lesión en esta zona produce dificultades para recurrir a aprendizajes previamente adquiridos cuando una conducta ya no resulta recompensada por haber cambiado la situación. 

De la misma forma, estas regiones presentan conexiones con áreas subcorticales como la amígdala y el núcleo accumbens. La amígdala tiene un papel importante en el procesamiento emocional de los estímulos y es por ello que está implicada en la conducta dirigida a objetivos. Las lesiones del Núcleo Accumbens y las lesiones del Núcleo Vasolateral de la amígdala (BLA) producen un aumento en las decisiones impulsivas, éstas últimas porque impiden recordar qué opción produce una recompensa mayor. 


Los principales neurotransmisores implicados en la conducta impulsiva son la serotonina y la dopamina. El descenso de la serotonina aumenta la impulsividad, mientras que el aumento de la dopamina debido a fármacos como la anfetamina, producen efectos contradictorios sobre la impulsividad, aumentando la impulsividad motora, pero disminuyendo las decisiones impulsivas 


El caso de estudio más famoso acerca de la impulsividad, es el de Phineas Gage, trabajador del ferrocarril que sufrió un accidente por el que una barra de hierro atravesó su cerebro por el córtex orbitofrontal. Gage sobrevivió al accidente milagrosamente sin presentar secuelas, pero tras la recuperación mostró un cambio profundo de personalidad, empezando a mostrar conductas inapropiadas e impulsivas. Este caso, evidentemente, es extremo. De manera habitual las lesiones que conllevan cambios en la conducta impulsiva suelen ser mucho menos graves.

La impulsividad como patología se ha relacionado con conductas psicopáticas. Esto cuenta con respaldo empírico, ya que los psicópatas presentan conexiones defectuosas entre la parte del cerebro responsable de las emociones y la que maneja los impulsos y la toma de decisiones. 
En el lóbulo frontal de los cerebros de los criminales se han encontrado anormalidades, una marcada reducción de la sustancia gris prefrontal y daños en el cerebro que causan explosiones de violencia impredecibles. También se observa un incremento anormal de la serotonina y anomalías del procesamiento de la información en los sujetos impulsivos. 

Los niveles altos de impulsividad tienen una base biológica semejante a algunas patologías psiquiátricas, denominadas Trastornos del Control de los Impulsos, como el trastorno bipolar, la cleptomanía, en el trastorno obsesivo compulsivo, suicidio, adicciones...De todo ello hablaremos más adelante. 


“La reflexión calmada y tranquila desenreda todos los nudos”. Harold MacMillan


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Creado por: @CM_Cuellar @CM_Furio

4 comentarios:

  1. Buen blog pero el color me daña la vista =T

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  2. y estedes como se llamaan
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