viernes, 22 de junio de 2012

Los sueños


¿Qué pasa en nuestro cerebro cuando soñamos?

Sabemos que dormir es una necesidad vital para los seres humanos y que la falta de él puede llevar incluso a la muerte. Cubriendo un sueño mínimo, nos aseguramos la supervivencia, pero los expertos insisten en la necesidad, no sólo de dormir, sino de dormir bien. ¿Pero sabemos qué se considera un sueño adecuado y por qué es necesario para la vida?
El sueño es un estado fisiológico de abolición de la conciencia necesario para mantener la homeostasis del organismo. Al contrario que nuestro cuerpo, que sufre una especie de desconexión, durante el sueño nuestro cerebro se mantiene muy activo y es en ese momento cuando el cerebro clasifica lo ocurrido durante el día y organiza la nueva información, incorporándola a la ya guardada. El hipocampo se vacía de los recuerdos del día, que pasan a la corteza prefrontal, liberando espacio para la adquisión de nuevas informaciones y a su vez consolidando la memoria.

Dormir es fundamental para el buen rendimiento del organismo, ya que es un proceso restaurador activo, en el que se reestablecen los recursos consumidos durante el día y se restauran los sistemas que son necesarios, entre otras cosas, para la atención dirigida al buen estado de ánimo, la adaptación emocional al entorno y el aprendizaje. Si el sueño no cumple con su función restauradora-compensadora, tanto el cuerpo como la mente pueden sufrir trastornos como la pérdida de apetito, cefaleas y arritmia cardiaca. Dormir ayuda al organismo a evitar una sobrecarga del aparato psíquico, lo cual es fundamental para su buen rendimiento general gracias a su función restauradora, protectora, conservadora  de energía, adaptativa para la supervivencia, de maduración cerebral y motivacional.
En el momento nos dormimos, comienzan en nosotros una serie de procesos biológicos que producen cambios. A través de estos procesos y de su medición en cuanto a la actividad eléctrica cerebral, los movimientos oculares y el tono muscular, entre otros, se ha clasificado el sueño en diferentes fases:

FASE I: Es la primera fase del sueño y mientras nos adentramos en ella somos todavía conscientes de lo que ocurre a nuestro alrededor y percibimos los estímulos auditivos y táctiles. A menudo, mientras nos encontramos en esta fase tenemos la sensación de que no estamos durmiendo, aunque nuestro tono muscular ya ha disminuido en comparación a cuando estamos despiertos. No se trata de un sueño reparador, sino de un estado “puente” entre la vigilia y el sueño. Es una fase de adormecimiento que tiene una duración de pocos minutos.


FASE II: Comienza con una bloqueo a nivel de tálamo del acceso a la información sensorial por parte de nuestro sistema nervioso. Es común que en el proceso se produzcan fallos en éste bloqueo y a menudo seamos conscientes de espasmos en nuestras extremidades, como contracciones musculares que producen una sensación similar a cuando fallamos al bajar un escalón y damos un traspiés. En la FASE II, el tono muscular disminuye en comparación a la FASE I, desaparecen los movimientos oculares y disminuye el ritmo respiratorio. Pasamos en torno al 50% de nuestro periodo de sueño en esta FASE II.


FASE III: Se intensifica el bloqueo sensorial y el sueño se hace más profundo. Es una fase esencial para el descanso. Cuando algo nos interrumpe el sueño en FASE III, nos despertamos confusos y desorientados. Su duración es escasa, ya que se utiliza para hacer el sueño más profundo y pasar a la FASE IV.


FASE IV: Es la fase de mayor profundidad del sueño. La actividad cerebral se enlentece y es esencial para la restauración física y psíquica de nuestro organismo. La frecuencia cardiaca, la presión sanguínea y la temperatura corporal descienden al nivel más bajo que tendrán durante la noche. El tono muscular es muy reducido y si aparece el sueño, aunque no es fase típica para ello, lo hace en forma de imágenes o luces, nunca en forma de historia o de narración. En esta fase es cuando aparecen, en caso de darse, el sonambulismo y los terrores nocturnos. Ocupa en torno al 20% de nuestro periodo de sueño.


FASE MOR o REM: Suele alcanzarse al cabo de los primeros 90 minutos de sueño, entre los 70 y los 120, y debe su nombre al movimiento rápido de los ojos que se produce cuando nos encontramos en ella. La actividad eléctrica cerebral en esta fase es rápida y el tono muscular es nulo. Esto es debido a que es la fase del sueño donde aparecen los sueños en forma de historia o narración y el nulo tono muscular evita que nuestro cuerpo realice físicamente las acciones o movimientos que estamos soñando. Las alteraciones comunes que se producen en esta fase del sueño son las pesadillas, la falta de atonía muscular durante el sueño o la parálisis del sueño. El 25% de nuestro periodo de sueño suele ser MOR.

Las diferentes fases del sueño se alternan cíclicamente a lo largo de la noche. Durante la primera parte del sueño predomina el sueño NO MOR, y durante la segunda los periodos MOR se van haciendo más largos. Normalmente estas fases se suceden siempre en el mismo orden y hay que pasar por las 4 primeras para alcanzar la FASE MOR, pero si el organismo necesita un descanso profundo y un alivio de la fatiga mental y el descanso físico, puede acelerar el proceso de entrada en sueño MOR, para una mejor reparación del organismo.

El tiempo que pasamos dormidos y despiertos sigue un ciclo de 24 horas influido por el sol, el ciclo sueño-vigilia cambia a medida que los días se alargan o acortan. La melatonina, interviene en el período de sueño, elevándose durante la noche por la falta de luz solar y disminuyendo durante el día. Para un correcto descanso, es aconsejable tener en cuenta varios factores que influyen en la calidad de nuestro sueño, como hábitos adecuados al acostarnos para acostumbrar al cuerpo a seguir un ciclo regular. El tiempo necesario para descansar en un adulto es normalmente de seis y nueve horas diarias, dependiendo de cada individuo. A medida que vamos envejeciendo nuestro cuerpo necesita menos el sueño y normalmente las personas de 65 años en adelante con 6 horas tienen suficiente.

Dormir correctamente afecta a nuestro descanso y capacidades, por lo que debemos dar al cerebro oportunidad de recuperarse si queremos rendir a plenas facultades al día siguiente.


El sueño es la dulce nodriza de la naturaleza y un bálsamo para la mente fatigada” W. Schakespeare

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