¿Qué es la hipocondría y cómo se sienten quienes la
padecen?
La hipocondría es la preocupación, miedo o creencia de
tener una enfermedad grave a partir de la interpretación errónea de sensaciones
físicas normales. Las personas que la padecen se resisten a creer las
informaciones médicas tranquilizadoras al respecto y no cejan en su creencia
aunque las evidencias no la respalden.
Este trastorno psicológico es uno de los más antiguos que
se conocen, ya que se remonta a la Grecia antigua, a los tiempos de Hipócrates.
Debe su nombre a que los griegos asociaron los cambios mentales con
modificaciones de los órganos situados en la región bajo las costillas,
denominada hipocondrio. Esta creencia se extendió hasta el siglo XVII cuando
los médicos entendieron que los temores hipocondríacos probablemente se
originaban en el cerebro y no en el organismo.
Las personas que sufren de hipocondría viven en un estado
de sufrimiento permanente ante el miedo a enfermar y se auto diagnostican
dolencias, interpretando síntomas corrientes de manera exagerada. Los síntomas
físicos que pueden llevar a la preocupación por padecer una enfermedad grave pueden
ser muy variados, ya que la persona con hipocondría valora como amenazantes algunas
sensaciones fisiológicas que el resto de personas perciben como normales en
situaciones determinadas, como la hipertensión postural, las disfunciones
ocasionales como vómitos o diarrea y las reacciones somáticas asociadas a un
estado emocional, como las activaciones fisiológicas del estrés. Es corriente
que suceda, que el paciente comience a sentir
síntomas físicos propios de la ansiedad en una situación determinada,
como taquicardia, palpitaciones, disnea, cefaleas, vértigos, mareos o visión
borrosa, y por ello decida ser sometido a una larga serie de exploraciones
somáticas, sin que se logre evidenciar patología alguna, simplemente porque no
la hay y tales síntomas respondían un
momento puntual.
Ante la incapacidad del personal cualificado por hallar
el origen de la molestia y ante la certeza de la persona de que padece una
enfermedad grave, puede aparecer la duda, cada vez más insistente, sobre el
origen de su molestia, creyendo cada vez con más fuerza de que se trata de una
enfermedad muy peligrosa, extraña y difícil de manejar y ello es la causa por
la que se le oculta el diagnóstico. Las enfermedades que creen padecer las
personas con hipocondría suelen ser aquellas que implican un elevado grado de
gravedad, son crónicas o las que suelen tener como desenlace la muerte.
Además de asociar diversas sensaciones físicas a estas
enfermedades, las personas que padecen hipocondría suelen tener pensamientos
catastrofistas y tiene presentes imágenes mentales relacionadas con la
enfermedad, imaginándose a menudo a sí mismos sufriendo las consecuencias del
deterioro físico que conllevaría padecerlas realmente.
Esta dolencia suele aparecer en la edad adulta, entre los
30 y los 50 años, aunque también pueden padecerla niños. Los estudios indican
que la hipocondría está relacionada con el ambiente familiar, por lo que es
frecuente encontrar varios hipocondríacos bajo el mismo techo. Este problema
mental se intensifica cuando la vida de la persona gira en torno a esos males
que cree padecer. Puede ocurrir que la hipocondría esté motivada por alguna
afección que la persona en cuestión haya padecido previamente, sobretodo si
ésta ha sido muy dolorosa, ya que es posible que el paciente asocie esa idea de
enfermar como algo muy traumático y se invente los síntomas para no bajar la
guardia.
Las personas con hipocondría a menudo se realizan
comprobaciones corporales, buscan información al respecto de la enfermedad que
creen que les afecta y preguntan a los demás si han sentido sensaciones
similares ante una enfermedad. Puede tomarse el pulso, la temperatura o la
tensión arterial numerosas veces al día y controlar de una manera u otra sus
funciones biológicas. Estas conductas en principio tranquilizan, pero a la
larga refuerzan la idea de que se sufre una enfermedad. Es frecuente que
también que eviten el ejercicio físico y que acudan a hacerse chequeos para
descartar patologías. Conocen y utilizan los términos técnico y es probable que
rebatan a su propio médico acerca de los síntomas y del tratamiento más
adecuado para ellos.
Puede ocurrir que el hipocondríaco padezca verdaderamente
algún trastorno, por lo que al igual que con el resto de personas, conviene
descartarlo mediante pruebas médicas si existen síntomas que lo evidencien,
pero de manera frecuente si lo padecen tienden a exagerar aunque dicho
trastorno no implique mayor gravedad. En ocasiones, el nivel de hipocondría es
tan alto que el afectado es capaz de crear verdaderos síntomas orgánicos y
físicos de la enfermedad por la que se haya obsesionado, como la aceleración de
los latidos del corazón o disfunciones digestivas.
Nadie está exento de convertirse en un hipocondríaco. Hay
ilustres personajes a lo largo de la historia que padecieron hipocondría, como
es el caso de Darwin en el s. XIX, que
se preocupaba en exceso por las palpitaciones, fatiga y temblor de sus dedos,
buscando con desesperación alguna explicación médica para sus malestares.
Hoy en día convivimos con un acceso a información
ilimitado que era impensable siglos, incluso décadas atrás. Esta sobreinformación
ha incrementado los casos de hipocondría, ya que Internet se ha convertido en
una enciclopedia en la que confiamos sin conocer la procedencia de la fuente,
que en algunos casos no informa, sino que desinforma y aceptamos sus argumentos
como válidos y de total confianza.
“Dale un síntoma a
un hipocondríaco y se preocupará un día. Dale acceso a Google y se preocupará toda la vida”
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Creado por: @CM_Cuellar @CM_Furio
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